sábado, 28 de febrero de 2009

1991

Se supone que tienen un equipo de expertos en psicología, pero ese día se les coló un lunático.
Es uno de esos programas a los que va gente joven y sana para encontrar pareja. No es que necesiten ir a la televisión para ligar; la mayoría de los concursantes ya son atractivos. El objetivo es transmitir un buen rato a la audiencia, y este programa bien lo consigue ya que (creo) es el número uno actualmente en esta zona del país. Incluso les han encargado el especial de fin de año, con famosos en lugar de personas normales concursando.
Yo gané el viaje a Acapulco con ese enfermo. El trato no implicaba sexo ni ningún tipo de acercamiento, eso era opcional. Hasta podíamos escoger habitaciones separadas. Viajábamos con dos técnicos del programa y un especialista en protocolo de Turavia, la compañía de viajes. Pero nadie podía evitar era que ese estúpido se pasara el vuelo entero hablándome del puto waterpolo y de lo entusiasmado que estaba por la llegada de los Juegos Olímpicos a nuestra ciudad. Creo que era entrenador, algo así.
La idea era pasarse toda la semana en ese hotel gigante y divertirnos todo lo posible, o al menos simularlo cuando el cámara hacía un par de tomas. Y la verdad es que no era tan duro; aunque fuera sola, me lo pasaba bien con esas fiestas, me reía con otros turistas, todo estaba pagado, e incluso pasaba ratos con el tío de los protocolos, que resultó ser bastante agradable. El único problema era ese idiota con el que tenía que ir a todas partes, que se dedicaba a bailar como un mongólico, molestando profundamente a todos los presentes durante horas. Siempre vestido con la misma americana blanca y llevando gafas de sol aunque solo saliésemos de noche, dando golpes a todo el que se le acercaba. Todas las bebidas que se pedía se le acababan cayendo al suelo por la excitación, pero aun así siempre terminaba actuando como el más borracho, y tenía la manía de acercársete demasiado a la cara para hablar. Por culpa de un defecto en el habla te escupía a casi cada sílaba. Eso cuando no te gritaba alguna imbecilidad directamente a la oreja.
Así fue hasta la quinta noche, la que nos llevaron a la cena de gala. Más de cien turistas y empresarios millonarios de todo el mundo en ese inmenso comedor, en lo que entendí como la actividad más elegante y distinguida que proponía el hotel.
Fue después, en la degustación de cocktails de temática Maya, cuando lo arruinó todo por completo. El subnormal con su chaqueta blanca y camisa rosa, baboso y sudando, me estaba comentando algo incomprensible cuando vio a esa chica asiática. Joven, delicada y guapísima, aunque estuviese en la otra punta era imposible no fijarse en ella; la mujer más elegante de toda la fiesta, vestía de negro y llevaba el pelo corto como un chico. Lo observaba todo con una mirada pacífica y feliz, sonriendo de vez en cuando a algún conocido.
El puto loco salió corriendo hacia ella como quien de repente sufre una urgencia urinaria. Cruzó medio comedor para propinarle un puñetazo de frente en el centro de la cara que la tiró al suelo como un balonazo de fútbol. Nunca volví a ver su rostro en condiciones y no creo que nadie consiguiera a hacerlo jamás. A partir de ahí todo fue a una velocidad atlética: con la asiática inconsciente en el suelo, el jodido psicópata le levantó la mini falda, le arrancó las bragas, y agarrándola por los tobillos le vomitó en la vagina. Así de puto loco estaba, y nuestro programa ni siquiera se llegó a emitir.

3 comentarios:

  1. ¡Ah! Hay final abierto, no queda claro si vomita encima de la vagina, de manera que chorrea limpiamente sobre el suelo; o en cambio le aplica la boca como al tocar una trompeta y se lo regurgita dentro, muy limpiamente también.

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  2. la vagina vomitada. esto si q es de noche de impacto. chillidos de chinatown.

    el miedo a ser tocado...y apunyalado x el ano.

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  3. La primera vez que fui a un Pans&Company fue para que me regalan un casette con esto, no sé si tu...:

    http://www.youtube.com/watch?v=Opac5xMWNfI

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