Estos días estoy bastante sumergido en el estudio de Organización de Empresas Publicitarias, una asignatura de estas de señores con corbata que cuadran números en Excels, señores muy profesionales que no se están por hostias y van de cara a barraca, como Charlie Rose:
Es por eso que a menudo me viene a la cabeza mi padre, un hombre de números. Todos los conceptos que estoy memorizando son temas de los que él estaría encantado de hablar durante horas, no sé, es lo suyo, no?
Me he acordado concretamente de una vez, cuando yo debía de tener unos 13 años, que me llevó a un concierto de rock, y fuimos a comprar unos snacks para el espectáculo. Mi padre le preguntó al chico greñudo y pasota, le preguntó muy serio, con una mano señalando y la otra en la cintura: "¿a cuánto COTIZA una bolsa de Ruffles?". Jejeje, menudo puñal para ese pobre punki, no?! El tío lo miró con cara de "¿de qué planeta sale este tipo?", y le dijo el precio con asco, subrayando que "las patatas CUESTAN...".
Menudas tensiones, jeje, mi padre ya debía de estar rascándose la barbilla o mordiendo la patilla de las gafas de sol... Diciéndole con cada gesto al punki "SÍ, YO SOY EL SISTEMA".
Yo mismo en ese momento pensé "menudo payaso mi padre, es lo más alejado a algo guay con estos comentarios", y me moría de rabia porque sabía que en realidad él no era así. Pero con el tiempo me he dado cuenta de que en realidad lo guay estaba justo en eso; en inmolarse de esa manera delante del anti-sistema, meándole un poquito en la cara sin que se diese cuenta, y haciéndole creer que le estaba dando razones para odiarlo.
No sé chicos, hoy me he acordado de esto y me ha parecido una jugada maestra, diez años más tarde. Las jugadas de mi padre.
viernes, 28 de agosto de 2009
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A mi también me ha parecido una jugada maestra. Pero lo que me ha hecho pensar esta historia es: ¿cómo es que nos acordamos de aquellos momentos? ¿Será que si no llegas a leer tus apuntes de organización de empresa nunca hubieran salido a la luz? Sea como fuera, tu padre hizo de padre y yo me quito el sombrero porque me ha encantado la anécdota.
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