lunes, 31 de agosto de 2009

¡STIBELLO!


El post sobre CHEPO me puso tan contento que voy a intentar recuperar conceptos de instituto. Hoy voy a por el stibello, a ver qué tal:
En mi adolescencia pegó muy fuerte: decir "¡stibello!" a desgana cuando veías algo estéticamente horrible. La expresión es una forma comprimida de decir "hosti, bello", como si alguien hubiese chafado las dos palabras en una. El núcleo de la idea es hacer una ironía barata y maligna. Al ver, por ejemplo, una chica bien fea hay que comentar entre dientes "¡stibella!", como si nos sorprendiera su belleza (en este caso, la falta de ella; de ahí la ironía, ¿entendéis?).
El colmo era hacerlo incluso mirando hacia otra dirección, como quien disimula silbando, dando a entender que el objeto en cuestión es tan feo que todo el mundo sabe a quién nos referimos. Ahí es cuando la daga iba va bien afilada.
Es importante también decirlo a desgana, como he señalado al principio. Decirlo como puliéndote las uñas, estando muy por encima de eso. De hecho, se llegó a convertir en algo tan repelente y vacilón, que la forma de pronunciarlo se deformó hasta el punto que parecía dicho con un acento extranjero. Con un acento abierto en la "e", no sé cómo explicarlo. Como dicho por un príncipe francés.

6 comentarios:

  1. Muy bien, Xavier, MUY BIEN, sigue así, SIGUE POR ESE CAMINO, bravo, te quiero, bravo, continúa con el blog, ¡NO LO DEJES!

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  2. viejos cuentos de los machacas jesuitas. qué listos érais!diós, joder muy bien.

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  3. A los escolapios no llegó esta mierda sofisticada, al menos no en mi época. Pero qué rabia, dicho por alguien con polo. Rabia pura.

    Hay mucha miga en este tema.

    No lo dejes (el blog).

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  4. cómo lo diría xavi. Para mi el techo son miquel y queriodoantonio. bueno, al parecer ya lo he dicho.

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  5. Y la sombra del juez Stivill planeando sobre nuestras cabezas, planeando también sobre las cabezas de todas las mujeres poco agraciadas. La sombra de ese hombre que nos impulsa de manera subliminal a erigirnos en paladines de los cánones estéticos. Ese hombre que firmó un pacto con el príncipe de las tinieblas y que ahora dirige nuestros pasos.

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