domingo, 5 de abril de 2009

POCAHONTAS A TODA PASTILLA

Bueno, el caso es que tenemos un vecino, un señor muy mayor, calvo como un codo. Uno de esos viejos viudos entrañables, de los que durante toda la vida no han dejado de fijarse y aprender y al final han llegado a tal punto de sabiduría y calma que se dedican enteramente a ser buena gente, a tener la puerta abierta para quien quiera pasarse a tomar unas pastas y charlar, y del que nadie se podría imaginar absolutamente nada sucio. Ni siquiera da un poco de asco verle comer, como suele pasar con los jubilados. De joven había trabajado en el circo, imaginad qué perla.
Más o menos al año de enviudarse decidió avollar ligeramente su buena reputación con algo que él llama Pocahontas a toda pastilla, que consiste en mirar la película de Disney Pocahontas a un volumen atronador. Como en una de esas películas de Jack Nicholson muy mayor dándose caprichos en la recta final de su vida, el viejo se compró un buen equipo de cine en casa que activa cada noche para mirar su película de dibujos a un volumen absurdo, de provocar vibraciones muy serias en las paredes del edificio. Cada noche a una hora distinta (desde franjas más bien de cena, hasta momentos en los que sin duda los demás estamos durmiendo) se sirve este bombón de postre. Esta hora y media sin pausa.
Además de molestar, el hecho de que siempre sea la misma película hace que los demás no podamos concentrarnos en nada más durante ese rato. Nos la sabemos de memoria y es imposible disimularlo. Sé que mi padre sabe que una parte de mi cerebro está anticipándose a los diálogos de la historia, y sabe que yo sé que a él también le pasa.
Pero nadie se atreve a regañarle en serio. Como mucho se le comenta, se le plantea la posibilidad de hacerlo con auriculares, dedicarle otra hora del día, etc. Pero ahí está lo perverso: no se esconde con excusas; él asume que de algún modo está jodiendo a alguien, pero el hecho de ser él lo justifica. Intentamos hacerle ver que no es como tener que bajarle las basuras porque él ya no puede, no se trata de esos pequeños sacrificios comprensibles. Pero él siempre consigue llevarlo al terreno de "entendedme, no soy como vosotros, realmente tengo que hacerlo, de verdad". Se refiere al tema como "Pocahontas a toda pastilla" como quien habla de su artrosis. Él mismo le puso este nombre desde el primer día; un enunciado que en sí mismo implica una auto-consciencia de lo raro que es en realidad, pero habla de ello como algo entrañable en el fondo. "Vamos... ya sé que puede ser un poco engorroso a ratos, pero ¿de verdad no creéis que, a la larga, Pocahontas a toda pastilla nos ayudará a la convivencia en general?", y el tono es tan sereno y amable, tan de mano en el hombro y mirada fija, que nadie consigue imponérsele jamás. Su actitud es la de tener en cuenta cualquier queja, de considerar cualquier solución alternativa, pero al final siempre terminamos el día con una dosis exactamente igual, al mismo volumen. Lo único que varia es la hora de emisión, esa es su forma de darnos a entender que tiene en cuenta nuestras sugerencias.
-Mire... esta noche tengo que estudiar, es muy importante, se lo juro.
-Vaya. ¿A qué hora te tomarás el descanso? Lo digo por poner Pocahontas a toda pastilla entonces.
-No, no... es que voy a estudiar toda la noche, de hecho me falta tiempo, en serio.

"Me sabe fatal, de verdad que no sé cómo arreglarlo"... "hombre, es que no es tan fácil, comprendedlo vosotros también"... "de acuerdo, esta noche lo probaré de esta forma"...
Es inútil.
La idea de que él también sufre con Pocahontas a toda pastilla, incluso más por sentirse tan responsable. Verlo pasar realmente mal por nosotros y tenerlo que consolar. Verlo tan triste, triste como un heroinómano, pero luego...

1 comentario:

  1. Ese ciudadano que se ha comportado siempre con urbanidad y educación, y ahora ve cercano el fin de sus días, le come la prisa, y se consiente estas pequeñas perversiones, sabiendo que nadie se atreverá a levantarle la voz, a cruzarle la cara.

    Cuando digo que se consiente estas pequeñas perversiones, no me refiero a ver la película.

    Precisamente pone Pocahontas a toda pastilla para que no se oigan los ruidos de lo que verdaderamente está haciendo.

    Tienes que escucharme atentamente, Xavier: ese señor no es quien dice ser.

    Haz la maleta en cuanto llegues a casa, y corre, por lo que más quieras ¡sálvate!

    ¡Corre, Xavier!

    ¡Corre como el viento!

    (Xavier se aleja colina arriba, coincidiendo con el apogeo de la música, muy dramática, algo como cuando Willow se reencuentra con su señora)

    ResponderEliminar